lunes, 25 de junio de 2007

LA NORIA


Me he saltado una entrega y os he de confesar que no ha sido por falta de ganas para escribir lo que ronda esta “cabecita”; el problema viene de los cambios en mi estado de ánimo y en la orientación de mis pensamientos, así que llamemos a este post: la noria.

Durante dos semanas mi estado de ánimo se ha parecido más a una noria que a una balsa en una piscina de aceite. He pasado de la singular alegría de las fiestas de mi barrio al hundimiento autodestructivo de la autocompasión. Pobre de mí, que nadie me quiere, que no valgo nada, que no entiendo por qué las cosas nos resultan como lo esperas cuando das todo de tÍ. O bien, el mundo no me merece, soy lo más, que digo lo más, soy non plus ultra, y nadie me va a hundir.
A veces estoy arriba y todo se ve tan pequeño, sobre todo los problemas y las malas historias, luego, cerca del suelo, los objetos toman un mayor tamaño. En la cúspide, la sensación es excitante, en el suelo, decepcionante.

Y así he estado. Disfrutando de los días de diario con la cabecita ocupada para llegar al fin de semana y empezar con el run-run que se instala en la mente.

Esta semana alguien dijo: “hay que creer en el amor, pero no en el amor para siempre”. Mmmmm, no le presté mucha atención pero después de un orgásmico concierto de Rufus Wainwright, ya en casa, me vino la frase, fue entonces cuando me pregunté: no es acaso el amor entre madre e hijo, entre hijo y padre, entre hermanos,... un amor para siempre? Y aunque suele haber excepciones, si las relaciones son buenas, es un amor que permanece y prevalece sobre los conflictos. Entonces ¿qué pasa con el amor de pareja?

En el amor de pareja está la variable sexo, que marca la gran diferencia entre ésta y el resto de relaciones de “amor” (hay más, lo sé) Será entonces que es a partir del sexo que se originan las pruebas que puede superar o hundir una relación de pareja?

Otra persona, alguien que ha vivido en muchos países, mencionaba que en Madrid las relaciones gay son, aparentemente, más difíciles que en otras partes. A juicio personal señalaba que la promiscuidad de este colectivo es mayor en Madrid que en otros sitios. Puede ser, no lo sé de cierto, pero ¿no es sintomático el mirar alrededor y darse cuenta que la mayoría de las parejas que conozco y que se mueven por chueca son parejas abiertas? ¿será este planteamiento la situación inevitable de la mayoría de las parejas? Y los que no queremos este tipo de parejas ¿tendremos que “conformarnos” con eso? Yo apuesto por el no, aunque creo que mejor cierro la boca, que más pronto cae un hablador que un cojo.

De momento no tengo respuestas para nada de lo que cuestiono y, a pesar que me “revienta” dedicar tanto tiempo a estos temas, me parece que aun me queda “tela”, así que seguiré con este run-run.

Hice una apuesta ¿Seré el primero en enamorarme de nuevo? Sospecho que sí, que voy a perder. Me declaro un adicto al amor.

Hola! Mi nombre es Nicanor II y soy adicto al amor!!!

Hoy no está el horno pa’bollos. No he puesto música, mal síntoma, así que ¡a currar! Besos